El 27 de marzo de 2007 La Vanguardia (de Barcelona) publicó este reportaje de Rafael Ramos sobre el conflicto norirlandés visto a través de los ojos del fútbol. Curiosamente en Irlanda del Norte los equipos escoceses levantan más pasiones que los locales y la gente se identifica más con los equipos de Glasgow: en concreto los católicos con el Celtic y los protestantes con el Rangers. Aquí se da también el caso excepcional de que un equipo de fútbol compita en otra liga diferente de la propia: la crudeza del conflicto obligó al equipo católico del Derry a jugar en la Liga de la República de Irlanda.
Protestantes y católicos en la cancha
El fútbol aún vive la hostilidad entre los dos bandos del Ulster pese al avance de la convivencia
(Rafael Ramos, La Vanguardia, 27/03/2007)
Paisley y Adams van a formar gobierno, pero el Ulster sigue siendo una sociedad fracturada donde católicos y protestantes viven en planetas diferentes, un 97% de las escuelas están segregadas, menos de un 5% de los unionistas trabaja en barrios republicanos –y viceversa–, los taxis llevan distintivos naranjas o verdes para proclamar su afiliación, y siete de cada diez jóvenes admiten no haber mantenido una conversación con una persona del otro bando.
Como en tantos otros sitios, el fútbol es un excelente barómetro de la realidad social. Las barriadas católicas –en general más pobres, sucias y con más niños por la calle– se distinguen por las camisetas verdiblancas del Celtic de Glasgow, mientras que el azul del Rangers es el color de los guetos protestantes. En la Shankill Road, donde una bomba del IRA mató en 1993 a diez personas que hacían cola en un fish and chips, una peña organiza viajes a Escocia para ver los partidos de Ibrox Park y entonar cánticos antipapistas y ondear la Union Jack.
Los asesinatos, los ajustes de cuentas y los crímenes relacionados con la violencia sectaria han desaparecido, pero cualquiera no lo diría un sábado a las tres de la tarde en los aledaños de Solitude (Soledad), el estadio del Cliftonville en Belfast. Es uno de los dos equipos católicos de la capital –además del más antiguo de toda la isla, con 128 años de historia, más que el Barça–, y sus enfrentamientos con los protestantes del Glentoran o el Linfield dejan pequeña la animosidad de un derbi cualquiera. Un gran despliegue de tanquetas blindadas del nuevo Servicio Policial de Irlanda del Norte tiene que escoltar los autocares de jugadores e hinchas visitantes en un ambiente que recuerda las explosiones de violencia urbana en plena efervescencia del conflicto. Cánticos hirientes y pancartas sectarias dejan claro que falta tiempo para que los dos bandos vivan en armonía.
El Cliftonville de Belfast Norte –un barrio dividido y foco de numerosos enfrentamientos– y el Donegal Celtic de Belfast Oeste –bastión republicano– representan a los católicos en la Premier League, y aunque se enfrentan a un clima hostil la sangre casi nunca llega al río. Pero síntoma de la complejidad de la vida en el Ulster es que el Derry es el único club del mundo que compite en el campeonato de otro país –la República de Irlanda– con el beneplácito de la UEFA y de la FIFA, habiéndose exilado después de que sus partidos se convirtieran en pretexto para batallas campales de tinto político-religioso. Su estadio de Brandywell, en el Bogside de Derry –escenario del domingo sangriento de 1972 en que el ejército británico disparó contra una manifestación y mató a catorce personas– es sin embargo una prueba de que las cosas cambian.
Equipo de la cúpula del IRA, las pintadas republicanas en memoria de Bobby Sands o pidiendo la unidad de Irlanda han sido borradas de los muros de cemento que lo rodean, del mismo modo que los murales agresivos de las ciudades de Irlanda del Norte son sustituidos por otros que celebran la reconciliación.
Los protestantes se identifican con el rugby, los nacionalistas con el fútbol gaélico, cuyo estadio lleva el nombre del patriota Roger Casement, ahorcado por los ingleses tras negociar un pacto con Alemania para que apoyase la independencia de Irlanda. El deporte a veces une pero en el Ulster es una barrera más, igual que los bloques de acero recubiertos de alambre de púa que separan los guetos unionistas y católicos, activadas por control remoto desde los cuarteles de la policía cuando la atmósfera se caliente.
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No recuerdo el nombre del jugador, pero sí que en cierta ocasión los Rangers ficharon a un jugador católico, y esa fue para el jugador la peor decisión de su carrera deportiva. Como católico en un equipo protestante, fue acogido con recelo, cuando no abierta antipatía, por su propia afición, que le pitaba y abucheaba constantemente. Por otro lado, los católicos le consideraron un traidor, y hacían lo propio. El probre quedó mal con todos y tuvo que marcharse de su tierra por la cosa de las etiquetas.
Triste e injusto.
Preciosa foto, estupenda imagen.
Dan ganas de tener esperanza.
Un abrazo
El jugador al que se refiere 39escalones es Mo Johnston, quien ahora es DT del Toronto canadiense.