El final de la guerra no ha traído la paz. Esta conclusión puede extraerse de las noticias sobre violencia que siguen salpicando la actualidad en el Norte de Irlanda. El desarme del IRA y las treguas más o menos latentes de las bandas paramilitares lealistas no han supuesto la desaparición de la violencia, aunque esta vez no responda a fines políticos.
Paradójicamente el final de la guerra ha dado paso a las bandas juveniles. Durante las décadas del conflicto, el IRA ejercía de mantenedor del orden en sus feudos, en determinadas áreas de los barrios católicos/nacionalistas, y las bandas lealistas hacían lo propio en los suyos, en determinadas calles de los barrios protestantes/unionistas. Cada cierto tiempo un camorrista recibía una paliza o un ladrón recibía un disparo en la pierna. Quienes delinquían contra la comunidad se arriesgaban a sufrir los castigos brutales que impartían los paramilitares. Donde no llegaba la policía norirlandesa llegaba ese singular poder paralelo instalado en los guetos y alimentado por el conflicto. Sin embargo, en esta nueva etapa la paz de los paramilitares parece haber dejado el campo libre a la delincuencia común y a nuevas formas de violencia juvenil.
Un amigo me comentaba su experiencia hace unos meses cuando le robaron el coche en un barrio nacionalista. Según la costumbre, acudió al responsable del IRA en la zona (alguien reconocible, por lo visto) y le pidió ayuda. Este veterano hombre de acción le confesó que ya no podía hacer nada. Antes, su sola visita disuasoria a la casa de un sospechoso de robar a la comunidad hubiera bastado para que se devolviera lo robado. Pero ahora, tras el desarme del IRA, sus advertencias a los delincuentes ya no surtían ningún efecto. Ya no eran respetados, al menos por quienes podían temer esa función parapolicial.
Los barrios se han convertido en el territorio por el que campan a sus anchas las bandas juveniles: los ‘hoods’ (como se conocen por usar jerseys con capucha) practican la violencia arbitraria alarmando a la población. Adolescentes, que abusan del alcohol o las drogas, se han hecho los amos de la calle de madrugada, armados de navajas con las que atacan a los viandantes o de piedras que estrellan contra los coches o el mobiliario urbano. El IRA y los lealistas ya no controlan los barrios, pero ¿y la PSNI [policía norirlandesa] dónde se ha metido?, parecen preguntarse los vecinos.
Asesinato brutal de Frank McGreevy
Y es que los delincuentes juveniles ya no respetan nada, ni siquiera a los militantes veteranos que, durante el conflicto, probablemente eran considerados unos héroes por sus propios padres o por sus hermanos mayores. El pasado 15 de marzo el barrio nacionalista de Falls, en Belfast Oeste, se conmocionó con la noticia del asesinato brutal del veterano voluntario del IRA Frank ‘Bap’ McGreevy (de 51 años) a manos de un par de ‘hoods’ que le habían atacado en su piso de Ross Street, golpeándole con diversas armas hasta infligirle un centenar de heridas en la cabeza. Su hijo de 15 años lo encontró en un charco de sangre. Murió tres días más tarde en el Royal Victoria Hospital.
McGreevy ha sido la tercera víctima mortal de esta violencia ciega en Belfast Oeste en seis meses, tras las muertes de Harry Holland y John Mongan. Este hecho, junto a algunos errores policiales, motivaron las quejas de la familia McGreevy por la falta de diligencia de la Policía en la persecución de los asesinos. Mientras, los compañeros republicanos de la víctima mostraron su solidaridad con su familia y recordaron la larga trayectoria de lucha y entrega de ‘Bap’ McGreevy, que había pasado 17 años en la prisión de Long Kesh durante el conflicto. El Domingo de Pascua, durante el funeral, el Presidente del Sinn Féin y parlamentario por Belfast Oeste, Gerry Adams, pidió que la muerte de McGreevy sirviera de catalizador para unir y organizar a toda la gente del barrio contra los criminales. Invitó a todos a implicarse para poner a los asesinos de ‘Bap’ ante la justicia y a trabajar para convertir el barrio en un lugar mejor para vivir. En una respuesta sin precedentes en Belfast Oeste 102 personas prestaron declaración como testigos ante la Policía norirlandesa para aportar información sobre este crimen.
Me parece denigrante lo que le han hecho a esta persona, ¿cuándo va a acabar esto? Es que a veces parece que ya ni el diálogo sirve con estas personas, pero, ¿cómo se va a dialogar con gente que después de haberse ido de juerga y llenarse de alcohol hasta arriba, no tienen otra cosa que hacer que matar a una gran persona? Sobre todo, siento muchísima lástima por el hijo de McGreevy, que con sólo quince años tuvo que ver a su padre muerto, es horrible! Desde luego, el día que me vaya a Irlanda, no pienso vivir en el norte.
La verdad es que lei el discurso de Gerry Adams en el funeral de Frank ‘Bap’ McGreevy, y era a la vez que triste por la perdida de un amigo bastante contundente contra esta violencia sin sentido, esperemos que los hoods desaparezcan y Belfast pueda ser por fin tranquila
Lamentable la noticia, que algunos jóvenes perdidos no se sientan parte de un valioso legado. Que no se respete la vida de un hombre que ha sobrevivido al autoritarismo imperial, entregando 17 años en Long Kesh por principios irrenunciables. Continuamos elevando plegarias por la paz en Irlanda, porque la violencia puede provenir de muchos sectores.
Tras decadas de conflicto armado parte de la juventud se ve sin violencia y por desgracia sin horizonte,puesto que han hecho de la violencia su referente.
Y entonces solo se les ocurre practicar otro tipo de violencia la de descerebrados perdidos en un nuevo marco.
Lamentable,pero espero que el gran potencial organizativo de la gente de Falls haga que estos pandilleros desaparezcan de las calles de Belfast.
Vivo en el Falls Road y, aunque es verdad que tenemos problemas muy serios de delincuencia juvenil (cuidado, que no es exclusivo de aquí, sino que también ocurre en otras ciudades de Irlanda y el resto de Europa), también es verdad que la mayoría de jóvenes participan de forma constructiva en la comunidad a través de numerosas iniciativas. Ayer mismo tuve la oportunidad de participar en la presentación de un proyecto de jóvenes de Ballymurphy (una de las zonas mas castigadas en Belfast Oeste), de 15 y 16 años, sobre la guerra de 1936 en el estado español.
La raíz de los problemas de delincuencia juvenil en Belfast Oeste hay que buscarlos en décadas de marginación, discriminación y falta de inversiones por parte del estado británico y, cómo no, en este sistema capitalista injusto, materialista y competitivo que condena a la juventud y le niega un futuro digno tanto en los barrios obreros de Belfast Oeste como de Dublín, Liverpool, Glasgow, París, Bilbao, Barcelona…
Por cierto que los asesinos de Bap McGreavy pertenecen a una familia bien conocida de criminales. Han causado problemas durante más de dos décadas. Los hijos han estado bajo cuidado de diferentes instituciones debido a que los padres o estaban en prisión o no se podían hacer cargo de ellos.
Asesinaron a Bap porque se había enfrentado a ellos en numerosas ocasiones y sabían que se trataba de un ex-preso republicano.
Y la poli? ah! eso ya es otra historia… pasan olímpicamente, cuando no encubren y ayudan a estos criminales. Es verdaderamente flipante y enervante.
(y no estoy pidiendo más policía, eh!).
Beñat:
Muchas gracias. Go raibh míle maith agat. Tu opinión como vecino de Falls es fundamental para completar la información de este post.
No me gusta contar malas noticias, pero a veces hay que contarlas, ¿no te parece?
Mira a ver si puedes decirle algo bonito a Andie, una amiga gallega a la que esta noticia le ha quitado las ganas de vivir en Belfast. ¡Qué exagerada! Dile que no es peligroso vivir allí, que estas cosas pueden pasar en cualquier ciudad… Sigue loca por vivir en Irlanda, eso sí.
Slán go fóill. Gero arte.
Chesús
Increible como la violencia puede llevarse valiosas vidas… hay que invertir en nuestra juventud, para que esta no caiga en el consumo de alcohol y drogas…son tiempos muy dificiles y vendran peores