Pocos blogs literarios abordan su contenido con tanta profundidad y tanto rigor como ‘El tiempo ganado’, la bitácora de Francisco Machuca. Tengo la fortuna de conocerlo y ha tenido la amabilidad de dedicarme este análisis tan profundo y lúcido sobre el Ulises de Joyce. Espero que os resulte interesante:
«Gracias. ¡Qué grandes estamos esta mañana!.»
James Joyce, Ulises
Ulises describe los acontecimientos acaecidos durante un único día en la capital irlandesa, Dublín. Se trata del 16 de junio de 1904. Algunos fanáticos de Joyce celebran este día como el «Bloomsday», juego de palabras entre la expresión Doomsday (día del Juicio Final en inglés) y el apellido Bloom, y, que corre el peligro de convertirse en un parque temático donde Dublín se llena de figurantes disfrazados de época y los turistas más desaliñados, pantalones cortos y chancletas, atacan con sus cámaras digitales. Pero este no es el caso de La Orden del Finnegans, creado por un grupo de escritores: Antonio Soler, Enrique Vila-Matas, Eduardo Lago, Antonio Soler, Malcolm Otero y José Antonio Garrriga Vela.
Precisamente, Leopold Bloom es uno de los dos protagonistas masculinos de la novela. Bloom es un judío originario de Hungría que se gana la vida vendiendo anuncios. Está casado y su esposa Molly le engañará en el transcurso del día. En el último capítulo de la novela, ella sostendrá su conocido monólogo. Se trata de una descripción del pensamiento al borde del sueño, conformado por una única frase interminable de cuarenta mil palabras. El otro protagonista masculino es Stephen Dedalus, un joven intelectual y poeta en ciernes que trabaja como profesor.
A lo largo de las dieciocho horas que transcurren entre las ocho de la mañana y cerca de las dos de la madrugada, los caminos de Bloom y de Stephen se cruzan probablemente unas cien veces de manera directa o indirecta, en ocasiones se percatan de algo al mismo tiempo, hasta que, finalmente, a la altura de decimoquinto capítulo, se encuentran en un burdel. A lo largo del día se desplazan por Dublín y acuden a varios lugares: una oficina de correos, un cementerio, la redacción de un periódico, la Biblioteca nacional, algunas tabernas, una clínica de maternidad y el burdel.
Pese a que Joyce escribió Ulises en las distintas estaciones de su exilio voluntario (París, Zúrich y Trieste), su reproducción de la topografía de la ciudad es tan precisa que se ha llegado a afirmar que el libro también puede emplearse como guía de la ciudad y esto lo saben muy bien La Orden del Finnegans.
La novela está poblada de innumerables personajes que permiten escenificar toda la complejidad de la vida moderna cotidiana en una gran ciudad europea a principios del siglo XX. La odisea de Bloom a través de la metrópolis irlandesa está acompañada por el escenario sonoro de una gran urbe. También la avalancha de impresiones ópticas es metropolitana: abarca un panel de anuncios hasta las nubes en el cielo. Pero Ulises es algo más que una novela de la gran ciudad. La obra posee una universalidad y una erudicción casi inconcebibles. No se ha dejado nada librado al azar. Esto se advierte fácilmente pese a que, en condiciones normales de lectura, apenas se puede comprender una pequeña parte de las referencias internas y externas.
Ulises es, dicho concisamente, todo. El texto oscila entre la descripción de la sociedad y la descripción del alma, entre el espíritu y el cuerpo, navega entre pasado, presente y futuro y une el mito y la modernidad. Los escenarios de la acción abarcan desde el cementerio a la clínica de maternidad, del burdel a la iglesia, del pub frecuentado por gente humilde, donde el pueblo llano engulle sopas baratas, al lugar consagrado al alimento espiritual, la Biblioteca nacional. Nada es demasiado trivial como para dejar de ser mencionado: el jabón, las medias de señoras, los desagües, las apuestas de las carreras, las patatas, los transportes públicos, los zapatos, los medicamentos. En todo hay un tema: desde los microbios de una servilleta sucia a los movimientos del universo. Nada permanece en la privacidad, sin ser observado: ningún pensamiento, ningún sentimiento, ni siquiera cuando Bloom cumple con sus necesidades fisiológicas. No existe materia alguna que no sea tratada. Todas están incluidas: astronomía, nacimientos, política, comida, bebida, procesos digestivos, sexo, etc.
Esta infinidad de temas y argumentos se corresponde con la forma literaria de la novela. Ulises ofrece todo los tipos de textos y de estilos concebibles a principios del siglo XX: novela, drama, ensayo, cuento, reportaje, sermón, tratado científico, parodia y catecismo. A veces se citan poemas burlones; otras, se parodian las noveluchas victorianas baratas; en ocasiones el tono es académico y en otras, vulgar. En el capítulo séptimo, cuya acción tiene lugar en la redacción de un periódico, pueden contarse noventa y seis figuras retóricas. El decimocuarto capítulo, en el que una tal señora Purefoy soporta las fatigas del nacimiento de su hijo, aúna la representación del crecimiento orgánico de un feto con una caricaturesca historia del desarrollo de la lengua inglesa desde el inglés antiguo hasta el slang estadounidense.
El título Ulises (forma inglesa y castellana de Odiseo) indica que Joyce deseaba escribir una odisea moderna. De acuerdo con esta idea, el autor repartió los personajes y concibió los episodios tomando como modelo la epopeya homérica: Bloom es Ulises; Molly, Penélope y Stephen, Telémaco. El capítulo del cementerio se corresponde con el descenso al Infierno, la visita de Bloom al pub en el que los clientes engullen su comida sin ningún tipo de modales, refleja el encuentro de Ulises con los caníbales lestrigones; la estancia en el burdel, que acaba en una orgía alucinatoria, recuerda a los mágicos hechizos de Circe, etc.
A diferencia de la epopeya de Homero, en la que el héroe vaga durante diez años, a Joyce le basta un solo día para resolver el mismo tema. Ello es posible porque el autor traslada la infinitud del mundo al interior de los personajes. Los desplazamientos de Bloom y de Stephen por Dublín son a la vez tránsitos dentro de sus almas. Toda la plenitud temática de la obra proviene del interior de sus protagonistas, allí donde nada permanece oculto. Absolutamente todo: cada pensamiento, cada sentimiento, cada duda, cada deseo, cada idea, cada asociación, cada percepción-incluso aquello que escapa a nuestra propia observación, porque se produce en el inconsciente-se expone detalladamente.
Dublín ya no tiene a su James Joyce para registrar lo que ocurre cada 16 de junio para que los estudiosos de tiempos futuros se dejen las pestañas.
El amigo Francisco es un fenómeno de la blogosfera. En su rinconcito, sin hacer ruido, suelta verdades como puños con un estilo sencillo apoyado en la mejor literatura y el cine más imprescindible. Un lujo, vamos.
Abrazos sendos.
Desde luego es un blog incomparable. Los textos de Machuca tienen un estilo y una magia difíciles de encontrar.
Gracias amigo.Es para mí un honor encontrarme de sopetón en este espacio tan querido.Por otra parte,amo el paisaje irlandés,tanto como a la mayoría de sus escritores.
Un cordial saludo.
Pingback: Bloomsday 2015 (enlaces recomendados) | Innisfree