Ayer fue un buen día. Con cien días de retraso, La memoria de la turba ha despegado por fin. Qué ganas tenía de regresar a las librerías, de volver a saludar a los lectores y de gastar de nuevo los bolígrafos verdes. Fue un inmenso placer reencontrarme con tanta buena gente, codo con codo. Ya era hora. Muchas gracias a todos los que se acercaron a verme y a que les dedicara el libro, a pesar de la tormenta, y por supuesto a todos los amigos de Librería París. Ahora vamos a intentar recuperar el tiempo perdido. La pandemia me debe una presentación y un 23 de abril. A ver cómo lo hacemos. ¡Vivan los libros!
Ayer estrené la promoción de un libro en tiempos de Covid-19. Con mascarilla e incluso con guantes. Y sin estrechar la manos ni abrazar a los amigos. Reconozco que se hizo raro, pero hay que adaptarse a las circunstancias. La salud es lo primero. Y los libros, que alimentan nuestra salud mental, lo segundo. 😉