‘La triste caída del tigre celta’

Perdonad que demos malas noticias, pero es que la economía irlandesa anda muy mal (peor que el resto de Europa).  Se prevé una caída del PIB (esto es, de la riqueza nacional) de un 8% (cuando crecía un 6% hace dos años y casi un 12% en 1997). Presenta una tasa de desempleo del 11%, que duplica la del año pasado, y se prevé que alcanzará el 14%. De estas cosas escribe Rafael Ramos, el corresponsal en Dublín del diario de Barcelona La Vanguardia, el pasado 21 de abril. Dado su interés, lo reproduzco aquí.

La triste caída del tigre celta

Irlanda se hunde mientras el Estado sube los impuestos y baja las prestaciones

(Rafael Ramos / La Vanguardia)

La revista The Economist proclamó hace tan sólo cinco años que “Irlanda es el mejor lugar para vivir del mundo, con una economía de bajos impuestos y elevado crecimiento, buen sistema educativo y gran belleza natural, un cóctel envidiable que combina las ventajas de la modernidad –como el bajo índice de desempleo– con las de la tradición –una familia estable y un elevado sentido de comunidad–”. Su renta per capita era la cuarta mayor del mundo, por delante de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Pero cinco años pueden ser una eternidad. Hoy el tigre celta es un animal malcriado a punto de morir de glotonería. El Singapur de Europa es la Islandia de la UE, el país que corre el mayor peligro de caer en la bancarrota.

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Irlanda se enriqueció todavía más rápido que la isla escandinava y en base al mismo modelo especulativo, y por tanto tiene problemas muy similares pero magnificados además por el mayor volumen de su economía. Si alguna de las grandes empresas se hunde, el gobierno no tiene recursos para sacarla a flote. El compromiso de respaldar todos los depósitos bancarios le costaría el 250% de la producción anual, una cifra imposible de asumir.

¿Tan mal están las cosas? Las cifras hablan por sí solas. Fue el primer miembro de la UE que entró oficialmente en recesión. La economía se va a contraer este año un 8%, según las últimas proyecciones. Se estima que el índice de paro llegará en los próximos meses al 14%. La pertenencia al euro le priva de la posibilidad de estimular las exportaciones devaluando la moneda (como está haciendo Gran Bretaña). El país ha entrado en deflación: los precios han registrado el mayor descenso desde 1933. Un tercio del valor de las viviendas se ha evaporado. Los salarios bajan. El déficit presupuestario constituye un 10% del PIB. El gobierno, obligado a echar lastre, ha ofrecido la jubilación a los funcionarios que hayan cumplido los 50.

Ante tan caótica situación, el impopular Taoiseach Brian Cowen ha presentado un presupuesto de emergencia para sanear a medio plazo las finanzas públicas y recuperar una imagen de seriedad y solvencia económica que atraiga nuevamente a los inversores extranjeros. Pero las medidas constituyen puro aceite de ricino para unos contribuyentes ya de por sí atribulados, con una fuerte subida de impuestos (sobre todo a las rentas de más de cien mil euros) y el descenso de la inversión pública a pesar del deterioro de los servicios sociales (sanidad y educación) en años recientes. Es la fórmula contraria a la británica, por ejemplo, que consiste en reducir la carga fiscal y aumentar el gasto, a fin de estimular el consumo.

“Una década y media de boom –explica John O’Keefe, un ex banquero que ahora dirige la revista Irish Entrepreneur– cambió por completo la sociedad, la cultura e incluso la religión. Una nación de campesinos se convirtió en otra de especuladores inmobiliarios que conducían Porsches y compraban pisos en Bucarest y Sofía con créditos que los bancos concedían encantados”.

Embadurnada de riqueza, Irlanda se volvió egoísta y desarrolló toques de vulgaridad y xenofobia. Una tierra de emigrantes tomó medidas para limitar la entrada de extranjeros. Los divorcios se dispararon. Un conocido empresario celebró su cincuenta cumpleaños con una fiesta de cien mil euros que pretendía reconstruir el ambiente de la Francia de Luis XV, otro fletó un chárter para llevar a todos sus amigos a casa de Pavarotti y que el tenor italiano cantara para ellos. No había límites a la ostentación y el despilfarro.

Las alarmas empezaron a sonar en el año 2000, cuando economistas muy serios advirtieron que el crecimiento económico ya no estaba creando empleos sino tan sólo inflando aún más la burbuja. Para que continuase la fiesta, los bancos aumentaban un 30% anual la concesión de créditos –sobre todo a especuladores inmobiliarios–, y el Anglo Irish (que ha tenido que ser nacionalizado) llegó a prestar a sus clientes el doble del conjunto de la deuda pública del estado. El valor de las casas se había multiplicado por diez desde el inicio del boom, y seguía aumentando. Ahora todo se ha venido abajo como un castillo de naipes, la trágica consecuencia de una riqueza mal invertida y mal administrada. “Irlanda está en medio de la tormenta económica perfecta, con los mismos problemas de liquidez y del sector inmobiliario que otros pero aún más graves si cabe, y ello unido al colapso de un modelo de crecimiento que se apoyó en impuestos bajos, incentivos a la inversión y la pertenencia al euro –sostiene el economista Stephen Kinsella–. Ahora los salarios son un 20% más elevados que en la media de la UE por culpa de la burbuja de la construcción, los impuestos van a subir para sufragar la deuda pública, y nuestras exportaciones no resultan competitivas por la sobrevaluación del euro”.

El desolador panorama es evidente en cualquier calle Mayor del país, de Waterford a Limerick y de Cork a Galway. Hoteles cerrados, comercios con los escaparates tapados con cartón madera y el correo acumulado a la puerta, carteles de se vende en cada esquina, vagabundos que duermen en los soportales, aumento de la delincuencia y del consumo de droga (hace poco una banda de gángsters roció con gasolina y prendió fuego a los hijos de un individuo que le debía dinero). Cada tanto sale en los periódicos la noticia de un millonario que se ha suicidado al perder su fortuna. Casi cuatrocientos trabajadores son despedidos a diario. Ex banqueros y ejecutivos acuden a pedir trabajo a los McDonalds. La empresa de ordenadores Dell ha trasladado sus operaciones a Polonia. Guinness ha congelado sus planes de expansión. Ciento veinte mil personas han salido a las calles de Dublín para protestar por la gestión de la economía, el mayor acto de protesta en treinta años. La asistencia a los hipódromos ha descendido un 10%. El dinero que se gasta en apuestas –la gran pasión nacional–, un 18%. Los inmigrantes vuelven a casa o se van a Polonia, que los recibe con los brazos abiertos y el lema: “Bienvenidos a la nueva Irlanda”.

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[La imagen se corresponde a las colas del hambre. El comedor social Capucina, en Dublín, sirve a más de 600 personas cada día, la mayoría inmigrantes que llegaron a Irlanda durante los años de expansión. El servicio, que incluye desayuno y comida, es gratuito].

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10 respuestas a ‘La triste caída del tigre celta’

  1. La verdad es que después de leer tu post me he quedado preocupada. Las cifras no dan mucho espacio al optimismo, al contrario.

    La última frase del post lo dice todo.
    «Los inmigrantes vuelven a casa o se van a Polonia, que los recibe con los brazos abiertos y el lema: “Bienvenidos a la nueva Irlanda”.

    Kisses,

    M

  2. Bueno, quería decir «Las cifras cierran el paso al optimismo de la economía irlandesa en la última década».

    K,

    Marta

  3. Fernando dijo:

    Sin ánimo de meter el dedo en la llaga, era de preever. Alimentar un crecimiento tal y como lo hicieron, vendiéndose como p***s a las multinacionales y ese neoliberalismo a ultranza funciona si todo va bien; pero es demasiado frágil. El modelo del Sinn Féin llevaría a crecer mucho más lentamente, pero con unos pilares más sólidos

  4. Santi dijo:

    Es terrible, la verdad. Yo llegué a Irlanda hace sólo dos años, y aunque las cosas ya no iban bien, todavía se respiraba un aire como de superioridad, como de «estamos en nuestro mejor momento y no puede pasar nada malo». Ahora, sólo dieciocho meses después, la situación da miedo, y más aún en la zona de Limerick, con el cierre de Dell y la decadencia del área de Shannon, etc.

    En cierto modo, como dice Fernando, es algo que han provocado ellos mismos: tanto sus políticos como sus promotores inmobiliarios, y la gente en general con sus despilfarros de nuevos ricos.

    Ahora la cosa pinta realmente mal: sin las empresas estadounidenses que suponían la base del Tigre Celta, con impuestos más altos y una tasa de paro casi tan elevada como la española, sólo cabe esperar que el país consiga equilibrarse de nuevo en los próximos años y volver a construir una economía saneada y, esta vez, con una base más sólida y no basada en el capital extranjero y la especulación.

    Una pena, la verdad…

  5. alien dijo:

    Ciertamente era más o menos previsible una crisis ,pero yo sinceramente no pensé que tan profunda…

  6. 39escalones dijo:

    Todo lo que sube baja, es inevitable. Es posible que tengas que plantearte para el próximo curso de irlandés el siguiente tema: «dame aaaargo».
    Un abrazo.

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