Acosado por casos de corrupción (1 – 2) en los años ’90, el Taoiseach (primer ministro de la República de Irlanda) Bertie Ahern ha anunciado que dimitirá el próximo 6 de mayo, casi un año después del lograr en las urnas un histórico tercer mandato consecutivo. Ahern ha permanecido once años al frente de un Gobierno que gestionó, con éxito, un periodo de gran prosperidad económica y en el que se selló la paz en Irlanda del Norte, según informa la agencia EFE.
«Nunca me he enriquecido gracias a mi posición», recalcó ayer Ahern en una comparecencia ante la prensa durante la que defendió su inocencia y enumeró los logros de su Gobierno en los últimos once años. «En mi corazón, sé que no he hecho nada malo», insistió el Taoiseach, al tiempo que reconoció que las investigaciones del tribunal anticorrupción sobre sus finanzas está «distrayendo» el trabajo del Ejecutivo de Dublín.
«La decisión que anuncio hoy, como todas las que he tomado en mi vida política, está tomada en interés del pueblo. Ésta es una decisión estrictamente personal», añadió Ahern, quien estuvo acompañado por varios de sus ministros, entre ellos, el de Economía, Brian Cowen, el favorito para sucederle en el cargo.
Sea como fuere, la supuesta relación ilícita de Ahern con empresarios inmobiliarios empezaba a incomodar a varios de sus miembros de gabinete, en especial a sus socios minoritarios del Partido Verde y del Demócrata Progresista.
En 2006, el Gobierno ya sufrió una de sus peores crisis después de que Ahern reconociese que aceptó más de 60.000 euros de empresarios en dos ocasiones entre 1993 y 1994, cuando ocupaba la cartera de Economía y Finanzas y hacía frente a un costoso divorcio.
Los irlandeses le perdonaron en las urnas, pero sus recientes comparecencias ante el tribunal que investiga supuestos casos de corrupción urbanística durante la pasada década se habían convertido en poco menos que una atracción circense que «distraía» el trabajo de su Ejecutivo, tal y como reconoció hoy el propio Ahern.
A la desesperada, Ahern llegó a presentar esta semana ante el Alto Tribunal de Dublín una petición judicial encaminada a limitar las competencias del tribunal anticorrupción.
Los testigos de la comisión investigadora han declarado que en la cuenta bancaria de Ahern y en la de su ex compañera sentimental, Celia Larkin, se ingresaron 45.000 dólares (28.000 euros) y 25.000 libras esterlinas (31.000 euros) durante diferentes periodos de los años noventa, procedentes, al parecer, de conocidos hombres de negocios.
En su defensa, el Taoiseach había asegurado que jamás efectuó transacciones con la divisa británica. No obstante, sus argumentos se vinieron abajo la pasada semana cuando la secretaria de su oficina electoral, Grainne Carruth, confesó ante el tribunal que ella misma ingresó 15.000 libras esterlinas (19.000 euros) en una cuenta corriente abierta a nombre el propio Ahern y de sus dos hijas en 1994.
En total, la comisión ha investigado hasta la fecha transacciones e ingresos bancarios en las cuentas de Ahern valorados en 452.800 de las antiguas libras irlandesas (unos 900.000 euros actuales) efectuados entre 1988 y 1997.
Reacciones en Londres, Belfast y Dublín
El Primer Ministro británico, Gordon Brown, ha expresado su «gran pesar» por el anuncio de su homólogo irlandés tras 11 años de mandato de los que destacó la «histórica contribución» a la paz en Irlanda del Norte y al avance de una «Europa dinámica». En un comunicado, Brown, antes de llegar a Bucarest (Rumanía) para participar en la cumbre de la OTAN, calificó al Taoiseach irlandés como un «destacado hombre de Estado» que entre sus méritos alberga la «transformación» de las relaciones entre su país y el Reino Unido. Además, el mandatario laborista se hizo eco de la evolución económica experimentada por Irlanda en las décadas recientes, que atribuyó en parte al trabajo «clave» de Ahern a partir de la implicación con las políticas comunitarias que dieron como resultado una «Europa dinámica». Por todo ello, concluyó que Gran Bretaña «no podría haber tenido un mejor socio» durante los últimos once años y, tras desearle «lo mejor», aseguró que desde Downing Street espera trabajar con su sucesor «en la continuación de la paz y la prosperidad para ambos países».
Incluso algunos de sus rivales, como el líder del Sinn Féin, Gerry Adams, han reconocido que su retiro, inevitable según el líder republicano, no le quita sus méritos en el proceso de paz de Irlanda del Norte: “Ahern puede sentirse justificadamente orgulloso de haber contribuido a esos hechos históricos”, señaló Adams. También los unionistas (protestantes) del Ulster señalaron su «compromiso por establecer unas fuertes relaciones de trabajo entre los dos países», según manifestó Nigel Dodds, dirigente del DUP.
A corto plazo la marcha de Ahern abre un periodo de incertidumbre y vacío que el jefe de la oposición, Enda Kenny (del Fine Gael), está ya dispuesto a explotar. Nada más conocer la decisión del Taoiseach, Kenny pidió la celebración de elecciones generales, a pesar de que el pasado año las urnas otorgaron al partido de Ahern, el Fianna Fáil, un tercer mandato consecutivo.
El favorito para suceder a Ahern al frente del Gobierno de Dublín y del partido republicana Fianna Fáil es el Tánaiste (Viceprimer Ministro) y titular de Economía y Finanzas, Brian Cowen, un político popular y respetado por la mayoría de la ciudadanía.
No obstante, en opinión del líder opositor, Cowen o cualquier otro aspirante necesita un nuevo mandato para poder gobernar el país.
Como piedra de toque, el futuro Taoiseach afrontará el próximo mes de junio la celebración de un referéndum convocado para ratificar el nuevo Tratado de la Unión Europea (UE), el llamado Tratado de Lisboa. Irlanda es el único país comunitario que llamará a sus ciudadanos a las urnas para pronunciarse sobre el citado texto europeo, un documento simplificado que sustituyó al proyecto de Constitución que Holanda y Francia rechazaron en 2005 en sus respectivas consultas populares.
Con antecedentes como el Tratado de Niza -rechazado por Irlanda en 2001, pero ratificado un año después en otro referéndum-, el Gobierno de Dublín y su nuevo líder no pueden permitirse otro traspiés, sobre todo si adquiere fuerza la opción de unos comicios legislativos.
A favor de la oposición juega también el hecho de que la marcha de Ahern coincide con el fin de un periodo de espectacular crecimiento económico que ha durado más de una década, situación que podría hacer soplar aires de cambio entre el electorado.